lunes, 8 de octubre de 2007

8 de Septiembre

Por la mañana, después del desayuno, todas las hermanas y una niña muy pequeñita nos despiden regalándonos un pañuelo para el cuello de seda blanca en señal de buena suerte. Los Nepaleses tienen por costumbre colocar estos pañuelos enredados en alguna planta para que ondeen al viento, a modo de oración o algo parecido.

En la empinada subida vemos al argentino y a la italiana que han salido un poco antes. Visse, no demuestra tenerles ningún aprecio, pero al final se acostumbrará.
La ladera cada vez se empina más y menos mal que Bim, el porteador, se sabe todos los atajos habidos y por haber. Que tío, es una máquina, con 30 kilos a la espalda y subiendo con chanclas medio rotas!

Antes del pueblo de Kinga vemos el primer lodge del camino, con… una curiosa planta de marihuana en la puerta, en fin, al cabo de unos días comprendimos que aquello es de lo más normal, es más, el campo en algunas zonas está lleno.

En la fuentecilla de la casa dos niñas y hay que ver la sonrisa que ponen cuando les regalas chocolate o un boli para el cole. Lo que para nosotros es insignificante, para ellos es una gran alegría.

Esta aldea guarda todo su encanto rural y parece que por aquí no pasa el tiempo, los riachuelos, las casas con las banderas budistas, la señora haciendo mantequilla como antiguamente, los burros omnipresentes, y … la curiosa costumbre de los nepaleses para evitar la entrada de polvo y suciedad en su boca. Esputar, escupir, se puede decir más fino pero no más claro, hombres, mujeres y niños tiran esputos cuando les viene en gana con lo que, el visitante pronto se acostumbra a ese sonido tan peculiar.

Nuestra siguiente parada, Jharkot, fortaleza medieval a 3500 metros aproximadamente. Su fortaleza está medio derruida y destaca sobre todo su colorido monasterio rodeado de molinos de oraciones.

Cada vez, el aire que respiramos, nos hace sentir una sensación extraña, nos quedan todavía 300 metros de desnivel que subir y las cuestas parecen interminables. A mitad, una señora teje en un telar bufandas de lana de Yak (eso dice ella) que nos ofrece a buen precio y de forma insistente. Prometimos a la señora comprar a la bajada.
Una vez sobrepasado un collado, un lodge con un arco, dan la bienvenida a los visitantes a Ranipawa, situado a 3750 m, muy cerca del santuario de Muktinath. Casualidad o no, el argentino y su pareja van a pernoctar en el mismo lodge que nosotros. Al menos parece el que ofrece mejor relación calidad-precio-baño, y eso es muy importante.

Los niños juegan en la puerta, una mujer “loca” del pueblo se tumba con una manta en el suelo polvoriento de la calle, los peregrinos, algunos de la India, pasan frente al lodge, camino del santuario y por suerte, las nubes del fondo se despejan y nos dejan ver las cumbres más altas del horizonte. Entre ellas el Tukuche, Dhampus peak y la mole piramidal del Daulaghiri.

Al rato comenzamos la empinada subida que nos separaba del santuario de Muktinath a 3800 metros de altura.
Es un lugar en el que convive el culto Budista e hinduista, ya que en el mismo complejo hay varios templos de ambas religiones.

Allí se rinde culto a los 108 chorros sagrados de Vishnu o al fuego sagrado de Buda que sale de una roca. Probablemente este último proviene de un depósito de gas natural aunque los budistas utilizan como argumento que una de las llamas brota desde centímetros del agua. Vigilándonos desde el cielo, una pareja de quebrantahuesos y doscientas mil banderitas de oraciones…

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola xiriiii!!! soy pitu, espero que sigas escribiendo vuestra historia en nepal me resultra muy interesante. llegasteis a pagar los 600€uracos JAJAJA que sablazo bueno ya nos vemos y haber si hacemos una salida prontico dew y recuerdos a victoria