martes, 2 de octubre de 2007

7 de Septiembre (parte III)

Al llegar optamos por la misma táctica que utilizaremos durante el viaje, buscamos lodges con buenas vistas, cuarto amplio y baño limpio, porque ojito con los baños en Nepal (cagadero “letrina” y ducha en el mismo sitio).
El lodge elegido se llama “Asia” y tienen unas vistas estupendas de los Nilgiris, yo creo que las mejores.

La dueña del lodge, bueno, no es la dueña, es una de las cuatro hijas, siempre ríe cuando le saludamos y la verdad, tener a alguien que sólo te dice durante el día “hola” tiene que dar un poco de risa.

Tras dejar las mochilas no es la voz de Visee la que habla en español, son un argentino y una italiana. Tras compartir un plato de “chowmein”, (una especie de spaghetti) y un apple pie buenísimo, nos rendimos ante nuestra mullidas camas en una plácida siesta.
Al cabo de una hora hasta el guía se ha dormido y no nos ha despertado, bajo sólo están las sonrientes hermanas. Visee aparece y comenta su recelo sobre el argentino, no le gusta nada la gente sin guía y en parte le entendemos.

Las calles de Kagbeni están desiertas, y es que todo el mundo está en la parte medieval, formada de casas de adobe y ventanas de madera talladas. Celebran el último día de una peculiar fiesta tibetana. Las mujeres bailan en círculo agarradas de la mano mientras la gente más joven observa. Intentan enseñar las tradiciones antes de que se pierdan, mientras ellas cantan, un montón de caras curiosas miran animadas…

Dejamos atrás la colorida celebración y ya estamos en la parte externa, en el límite del lower Mustang, en la zona prohibida. Pasar y continuar valle adentro, supone el pago de un permiso de 600 euros válido sólo para 10 días.

Tenemos suerte, en lo alto del pueblo, de color rojizo, está el monasterio budista tibetano y un monje con barba de chivo y gorra nos recibe con simpatía. La lástima es que el monasterio no tiene luz, bueno, todo el pueblo no tiene luz y las pinturas de las tropecientas mil formas de Buda no se ven bien. Una subida a la azotea nos regaló las mejores vistas.


Al bajar, encontramos al lama mayor con el que mantuvimos una conversación muy interesante. Saliendo de allí comprendimos que realmente la renuncia a lo material está donde el hombre quiere dejarla, ya que al fin y al cabo nosotros marcamos las barreras.


2 comentarios:

Refugio de Crespol dijo...

en vistas de que parece que esto lo lee gente, agradezco vuestra atención y comentarios. Ya están habilitados. Se que soy un poco rollero, intentaré no enrrollarme mucho.gracias de nuevo

Anónimo dijo...

olaa soy txiki! de momento muy interesante el relato ehh muy guapo. voy a seguir ejeje