martes, 25 de septiembre de 2007

7 de Septiembre (parte I)

No llueve pero tampoco hace sol. De camino al aeropuerto a las 5 de la mañana, demasiado temprano para nosotros. Medio dormidos, descubrimos que el guia ha dormido en el suelo del hotel para ahorrarse el dinero que le había dado la agencia;Además así somos más prácticos y nos aseguramos llegar al avión temprano. En la entrada del aeropuerto el primer susto gordo: los policías nos piden los billetes de avión y no aparecen en ningún rincón de la mochila, sudores, caras desencajadas y en un suspiro Visee recuerda que los dejo en el hotel para reconfirmar (costumbre muy arraigada en el País, siempre hay que reconfirmar los billetes de avión). El Taxista, muy amable, vuelve a por ellos y fin del problema. Una vez montado en aquella avioneta-avión-ejem… me planteo la seguridad de estos cacharros. Tienen también azafata, caramelitos y algodón para los oídos. Tras enfilar la pista y con el ruido incesante de las hélices, comenzamos a ascender entre las nubes


Vemos el sol y a la derecha comienzan a despuntar las cumbres del himalaya, el Macchapuchare (6993m), Hinchuli (6441m), Annapurna (8091), Annapurna sur, Dhaulagiri (8168m), etc.. en definitiva, una pasada ante nuestros ojos.




Por un momento las vistas me hacen olvidar los pasos en vuelo rasante de la avioneta sobre los bosques, para encajonarse en el valle donde se encuentra Jomsom, nuestra pista de aterrizaje




Una vez en tierra necesito certificar este momento, hemos sobrevivido!!!
Con risas pasamos el control policial y estamos en la mesita de un lodge desayunando, las montañas ya están mas cerca, casi se huelen.





Por la ventana varias montañas nevadas, son los Nilgiris que miden más de 7000 metros. En Jomsom la gente si que es agradable, nos dejan comer el desayuno del hotel en una mesita con vistas, tenemos huevos duros, pepinillos, un croissant incomible y un zumo que durará en la mochila hasta el fin del viaje.
Al salir algunos porteadores nos asedian y Visee dice que eso ya lo arregla el. Al cabo de un ratillo aparece con uno. Se llama Beem y es un chavalin, tiene cara de crio y está bastante guarrete. Nos preocupa sobremanera y creo que a cualquiera que lo vea por primera vez, el que nuestras dos mochilas de 15 kilos las lleve el solo. De todos modos si no lo contratamos nosotros lo harán otros. Se coloca las cinchas alrededor de las mochilas y en diez minutos ya estamos de camino hacia Kagbeni.





No cabemos en nosotros de la emoción, la gente, el paisaje, las casas,… parece como si todo el caos de Katmandú se haya esfumado con el viento. Aquí solo se respira tranquilidad.

No hay comentarios: