lunes, 3 de diciembre de 2007

10 de Septiembre

El sol entra en nuestra ventana en una mañana que promete ser muy agradable. Estamos a 2670 metros y vemos como poco a poco la expedición que se marcha al Daulaghiri empaqueta todos los bultos y comienzan a salir del "Snowleopard logde".
El Té con leche humeante, el pan Tibetano, los huevos pasados por agua y las patatas cocidas, esperan en la mesa. Nuestro desayuno nos dará fuerzas porque según Viseé, el camino será largo por los desprendimientos y la longitud a recorrer, vamos , en castellano una buena caminata de esas que te dejan hechos los dedos como morcillas.
En mitad del pueblo, el desvío para el Daulaghiri...


Dejamos atrás Marpha con sus casas blancas y su Chorten colgado en la piedra. El viento y el solecillo acarician las espigas de maíz y el trino de un coliazul parece despedirnos.

Por el camino a nuestra izquierda, la inmensidad de los Nilgiris y en las piedras oraciones de colores con la frase "Om mane padme hung"

Se supone que desde aquí se ve la inmensidad del Daulaghiri pero lo único que vemos es una espesa capa de nubes grises en el horizonte.
A medida que vamos descendiendo suavemente observamos que la vegetación va ganando terreno y ya todo es mucho más verde. Entramos en la tierra de los Takalis, un grupo étnico al que pertenece nuestro porteador. Tras la siguiente curva... Tukuche.

El paisaje que empieza aquí comienza a parecerse al pirineo; Abetos, Piceas y Pinos nos acompañan un buen rato. Las vistas hacia atrás son alucinantes pero por delante nos entristece ver como todo cada vez se pone más feo y esas tan prometidas vistas se van a quedar en papel de libro de fotos y postal.Un gran torrente baja por nuestra derecha y se ensancha en una multitud de riachuelos que nos toca cruzar. En ausencia de puentes, toca descalzarse y sentir las punzadas del agua helada.
A Bim, nuestro porteador, le da lo mismo. El está hecho de otra pasta y lo mismo le da chancla que zapatilla que agua helada o barro. Bebe un poco de nuestra agua y sonríe, siempre sonríe.

Al poco llegamos a Khobang. Esta pequeña aldea y Larjung, apenas están separadas por un arroyo. Aquí parece que la vida se ralentiza, las mujeres y niñas separan la cosecha para secarla al sol mientras que los burros con bultos al lomo se nos empiezan a hacer omnipresentes.

Tan sólo un puente nos separa del siguiente pueblo
y los desprendimientos nos obligan a subir toda la ladera e internarnos por el bosque para volver a bajar.En el camino nos cruzamos con algunos "curiosos" porteadores que llevan de todo a cuestas.
Ya vemos el pueblo de Kokhetani. Ha llegado la hora de comer.


Apenas hay 10 casas en la aldea así que no hay mucho donde escoger. Subimos a la terraza del primer lodge y esperamos a que una amable mujer nos traiga la carta del menú. Nos sorprende que figura el precio de dormir ... 80 rupias, es decir 1,3 €...
Mientras comemos, vemos el ir y venir de la gente que se desplaza al cauce gigante del Kali Gandaki a recoger madera que las crecidas del río ha arrancado de su lugar.
Con tantas idas y venidas de la luz eléctrica,la leña es el principal recurso para hacer fuego y cocinar o calentar agua.
Se supone que desde aquí, se ve la famosa cascada de hielo del daulaghiri pero las nubes han creado una barrera a partir de la cual solo cabe nuestra imaginación. En fin, otra vez será!
Con la comida recien engullida continuamos camino a Kalopani
y es aquí donde tenemos el encuentro más curioso de nuestro viaje. Entrando en compañia de un grupo de burros de carga, coincidimos con la salida de la escuela y en menos de un minuto un montón de niños se arremolinaron alrededor nuestro.






sábado, 10 de noviembre de 2007

9 de Septiembre II parte

Una costumbre arraigada en el trekking (tardar de tres cuartos a una hora en preparar la comida), ha impedido que pudiéramos disfrutar del famoso plato tibetano que por 4 € nos llama desde la carta y resuena en mi cerebro...plato tibetano, plato tibetano... despierto de pronto y... me voy a tener que conformar con unos fideos chinos vegetales, que no son lo mismo pero llenan el estómago.
Al salir del lodge-restaurante, una mueca inequívoca se dibuja en la cara de Visé. Nuestro porteador no aparece por ningún lado, nosotros no nos preocupamos mucho al tener los mochilones así que, a tomar el sol mientras aparece.


Bim ha aparecido para tristeza de nuestros pies, trae ropa nueva. La verdad que a veces cuesta sobreponerse a la pereza que te hace sentarte en el solecito y no andar otros tantos kilómetros. Las vistas impresionantes y el viento del valle, nos animan a seguir. Nuestra próxima etapa será Marpha.
Conforme avanzamos con el aire del valle azotándonos, descubrimos a la derecha el Dhampus peak (6035m) con su glaciar colgado.

Poco a poco descendemos por el valle en el que tímidamente la vegetación se va acercando más y más al camino. El terreno parece menos áspero y el agua clara comienza a hacer su aparición por todos los lados en forma de arroyos y afluentes que tenemos que cruzar con mucha menos pericia que la que utilizan los lugareños que nos dejan boquiabiertos.
Los Chorten a las afueras de Marpha ya nos indican que estamos muy cerca.
Ante nosotros manzanos y campos de maíz que ven sus espigas bailar al son del aire fresco. Una sonrisa se dibuja en nuestra cara. Hemos llegado a Marpha.

Marpha es famoso, no sólo por su Chorten colgado en la pared o por sus calles empedradas bajo las cuales circula el agua, sino por sus manzanas deliciosas e innumerables tiendecitas donde te dicen:
- Sir, come in, just for look- y una vez entras no tienes salida debido al férreo regateo que gusta a la gente de la zona. De todos modos, con toda nuestra amabilidad, buscamos nuestro lodge y prometemos volver.
El nuestro se llama Snowleopard y nada más entrar envidiamos a un Nepalí fibrado con pinta de escalador que empaqueta unos bultos y nos cuenta que se marchan al día siguiente hacia el Daulaghiri. Desde la habitación se ve el pueblo, hay agua caliente y hace buena temperatura.

Después de asearnos un poquito visitamos el Monasterio Budista desde donde salen cánticos que resuenan por las escaleras. Vamos a tener suerte.


El ambiente es místico, los monjes recitan sus oraciones y nos trasportamos por un momento a un instante muy relajante.

Hoy toca descansar. Mañana la etapa seguramente se alargará por los desprendimientos.


miércoles, 24 de octubre de 2007

9 de Septiembre

Anoche nos acostamos con la sensación de estar en un sitio y en un momento irrepetible, el misticismo del fuego sagrado, los 108 chorros de Visnhu, los peregrinos de la India y Nepal viajando con sus chanclas, Los chavalines de la calle jugando o esa plaza de tierra seca estilo películas del oeste.
No se si será la altura (3800 m), pero no hemos pegado ojo en toda la noche, de pronto nos hemos despertado jadeantes, sin aire y en un momento te das cuenta que sí, que hay aire... en fin, al menos no ha aparecido el dolor de cabeza.
Quedan muchos metros por bajar y Viseé nos hace madrugar. Una fina niebla ha bajado y no se ven dos palmos, las casas de enfrente, el monasterio budista de atrás, y de las montañas, ni hablo. Las maravillosas vistas no son más que un velo de seda blanco que promete marcharse durante el día pero nos envuelve haciendo el ambiente mucho más frío.


Poco a poco vamos retrocediendo por el mismo camino y las empinadas subidas a veces se tornan en resbaladizas bajadas hasta que se suaviza la pendiente. A lo lejos, la casa de la hilandera de bufandas de pelo de Yak. No se cree que dos turistas hayan respetado su promesa y le compren la bufanda a ella y no a los otros que vimos el día anterior.


- Oiga , que somos buena gente - la mujer sonríe y en un subidón de emoción, nos quiere vender dos más... cuesta a veces no ser derrochador pero hay muchas más compras que hacer.
Jharkot, Kinga, y mirando hacia atrás, montañas nevadas, la niebla se ha ido despejando y ya se ven algunas cumbres. Recordamos entonces a nuestros amigos Argentino-Italianos que se han quedado para intentar subir al Torung pass (5416 m)...


Bajamos por las pedreras interrumpidas de pueblecillos de campos verdes. Sorprende cómo en la mitad de la aridez de las tierras altas, los habitantes, mitad nepalíes, mitad tibetanos, han sabido extraer la máxima riqueza a los campos que rodean sus pueblos.


Ya en Elekbathi disfrutamos de....un zumo de manzana naturalísimo, vamos, que a la mujer se la oye en la cocina con su batidora y todo; agua embotellada... familiares y amigos nuestros... hemos pecado pero en un momento así...! Rememoramos conforme continuamos el camino las sensaciones vividas en la ida y recordando, recordando...
- Creo Victorilla que viene el trozo de descalzarnos y cruzar el río helado-


Bim no tiene problemas, se descalza y con las mochilas al lomo cruza sin problemas. Viseé, busca el mejor camino para sus clientes, nosotros, aunque sus clientes se lo quieran buscar solos. A veces va un poco de "sobrao" aunque el camino le enseñará sus limitaciones.


Jomsom ya se ve y en un ricón entre las nubes, el Daulaghiri, un 8000 precioso con forma piramidal. Enseñar de nuevo el permiso en cada uno de los puntos de control es un incordio pero al menos te sirve como excusa para parar un ratillo y hablar con la gente en plan indio.
A la izquierda, la diminuta pista del aeropuerto y barriendo el valle, el viento que no ha dejado de soplar desde las 10. Arriba, los Nilgiris en todo su esplendor. Mientras pienso que vamos a reventar la tarjeta de memoria de la cámara, nos preguntamos cómo o por dónde se subirá ahí arriba, donde el blanco es el rey y por lo que se adivina, el viento su lacayo.


Mientras vamos adentrándonos en el pueblo, respiramos amabilidad y... olorcillo a comida! creo que hay que parar a comer.